jueves, 26 de noviembre de 2009
De sobras sabes que eres el primero. Que no miento si juro que daría por ti la vida entera, por ti la vida entera. Y, sin embargo, un rato, cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera... te cambiaría por cualquiera. Ni tan arrepentido ni encantado de haberme conocido, lo confieso. Tú que tanto has besado tú que me has enseñado, sabes mejor que yo que hasta los huesos sólo calan los labios que no has dado, los besos del pecado. Porque una casa sin ti es una emboscada, el pasillo de un tren de madrugada, un laberinto sin luz ni vino tinto, un velo de alquitrán en la mirada. Y me envenenan los besos que voy dando y, sin embargo, cuando duermo sin ti contigo sueño. Y con todos si duermes a mi lado, y si te vas me voy por los tejados como un gato sin dueño perdido en el pañuelo de amargura que empaña sin mancharla tu hermosura. No debería contarlo y, sin embargo, cuando pido la llave de un hotel y a media noche encargo un buen champán francés y cena con velitas para dos, siempre es con otro, amor, nunca contigo; bien sabes lo que digo...
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